
El segundo día de Guatemala Fashion Week 2025 dejó claro que la pasarela podía ser un manifiesto cultural. El miércoles 12 de noviembre, el escenario en Ciudad Cayalá reunió a cinco propuestas que demostraron por qué el diseño nacional vive un momento de expansión, riesgo creativo y madurez estética. Desde lo conceptual hasta lo emocional, cada diseñador presentó un universo propio, cargado de identidad, técnica y propósito.
Mynor Veliz: un manifiesto urbano y espiritual
La noche inició con Mynor Veliz, diseñador guatemalteco y ganador de MadeInGuate GTFW 2025. Reconocido por concebir la moda como una manifestación social y una herramienta de transformación, Veliz presentó ABHASA, la segunda parte de su trilogía conceptual iniciada con SAMSARA.
Inspirada en la Zona 1 de Ciudad de Guatemala, la colección exploró la belleza oculta en lo cotidiano: fachadas que resisten el tiempo, texturas urbanas que se vuelven poesía visual, contrastes que narran memoria. ABHASA fue un espejo donde la apariencia —el “reflejo ilusorio” del sánscrito— reveló profundidad.
La propuesta cobró vida gracias a un trabajo artesanal impecable, co-creado junto a comunidades de Chichicastenango y Momostenango. Telar de pedal, macramé y bordado a mano dialogaron con siluetas contemporáneas, demostrando que la artesanía sigue siendo uno de los lenguajes más poderosos del diseño guatemalteco.
Participaron las comunidades: Aj Quem, Grupo Aby, Chuwilá y Ademve. El resultado fue un homenaje al territorio, a la técnica y al tiempo.
DESIREE: luz, sombra y la búsqueda del equilibrio
La pasarela continuó con La Transición, colección de DESIREE que exploró la dualidad humana a través de la moda. La diseñadora construyó una narrativa entre el Mundo Luminoso y el Mundo Oscuro, transformando la pasarela en un puente entre contraste y armonía.
Mediante texturas que se enfrentan y se complementan, estructuras que conviven con telas fluidas y un juego entre rigidez y movimiento, cada prenda reflexionó sobre las dos naturalezas que habitan en cada individuo. La propuesta recordó que la moda también puede ser terapia, espejo y verdad.
LAPAPACHO: el glamour silencioso del anochecer
Con Nocturna, LAPAPACHO presentó una colección que convirtió la elegancia del crepúsculo en un lenguaje visual. Inspirada en ese instante en que el día se disuelve en tonalidades azules, la pasarela se llenó de tejidos suaves, brillos sutiles y colores que evocaron un cielo otoñal.
Las siluetas, diseñadas para envolver, acompañar y abrazar, reafirmaron la filosofía de la marca: vestir con alma. Nocturna fue un susurro sofisticado, una reflexión sobre la belleza que permanece incluso en la penumbra.
ALT CRAFT: el brillo como ritual de identidad
ALT CRAFT sorprendió con The Ritual, una colección que abordó el vestir como un acto de autenticidad. Entre destellos, texturas y un manejo impecable de la luz, la diseñadora celebró la dualidad entre delicadeza y fuerza.
Cada pieza se convirtió en una declaración personal: una invitación a celebrar la presencia, a reivindicar el brillo como símbolo de aceptación propia y poder femenino. Fue moda entendida como rito, como lenguaje emocional.
VALAR: sofisticación, movimiento y arte
La noche cerró con Sublime, una colección que celebró la intensidad, el contraste y el movimiento. Con una visión que fusiona arte y moda, VALAR presentó piezas modernas atravesadas por texturas envolventes, colores vibrantes y una estética que equilibra elegancia e individualidad.
Sublime reafirmó la evolución constante de la marca, elevando su lenguaje hacia nuevas dimensiones sin perder su esencia artística.









